viernes, 28 de julio de 2017

La visita

La chica entró en mi cuarto del baño.
No tocó, no pidió perdón, simplemente se deslizó con estilo por los azulejos del mar como una serpiente elegante, peligrosa.
No sabía que decirle cuando sacudió su pelo largo y rubio, quitando el albornoz blanco.
-Hace calor-me dijo, cerrando la puerta detrás.
Se me acercó y entró en la bañera conmigo como si fuera suya.
Empezó a contarme todo sobre las situaciones desagradables por las que pasaba con los tíos borrachos, libidinosos, sobre el piso de mierda en la planta baja de nuestro edificio, lleno de cucarachas, con paredes húmedas, sobre su casera vieja, frígida, que no le deja ducharse y malgastar agua caliente, sobre la visión utópica que tenía sobre su futuro matrimonio con un millonario moribundo.
Como ya seguramente podéis imaginar, yo tenía completamente otro tipo de visión, pero cuando me acerqué a ella, deseando tocarla, me dijo bruscamente:
-Solamente con la esponja.
Cuando terminó de bañarse con mi ayuda, se levantó, salió de la bañera y se puso el albornoz.
-Gracias por dejarme bañar aquí-comentó brevemente.

Entonces desapareció de la misma manera de la que vino, flotando elegantemente por la puerta de mi cuarto del baño.

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