En la Ciudad está todo menos el mar.
En la Ciudad están: las plazas, las tabernas,
la acera, los perros, los bulevares, las boutiques.
En la Ciudad está: el lloriqueo del niño, el
fragmento de una conversación, el grito, la risa, la muerte, la mierda, la basura,
el paro cardiaco.
Los caballos, los edificios, los pasajes, los
gitanos, los mercantes, los mercados, el mal, los adivinos.
Los festivales, el alcohol, la feria, los
partidos del futbol, las pistas de tenis, los centros comerciales.
La radiación de los móviles, de los
televisores, de las neveras, de las microondas, de las pantallas de los
ordenadores y portátiles.
La Ciudad tiene mano grande, callosa.
En la palma arrugada de su mano están: los
sonidos, los signos, los procesos, lo pasajero, las vidas, las alas, la espada.
Por la Ciudad pasan las ferroviarias, las
líneas de autobús, tiene paradas feas, sucias, los pasillos limpios, los
túneles, los ríos, los puentes.
La Ciudad llora agua, emite electricidad,
irradia luz, da calor, conecta las llamadas, alimenta a la gente, mata a los
animales.
En la Ciudad fluyen: sangre, pus, lágrimas,
sudor, Coca-cola, pis, yogur, miel, té, café, diarrea.
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