En la tienda, he eludido a la
vecina. He evitado otra cerveza y otra tapa. He esquivado una bolsa de basura
que se caía del quinto piso de un edificio, y un tiesto con flores que
aterrizaba casualmente desde el séptimo. He rehusado contestar al teléfono. He
rechazado dictarle una receta de ensalada de frutos del mar a una amiga. He
rehuido pagar en el autobús. He esquivado la pelota del fútbol que volaba hacia
mi cabeza. He rechazado la siesta. He rehusado besarme dos veces con todos y
así seguramente he evitado la gripe.
Evito a los hombres callados y a
los zapatos blancos, las sonrisas falsas y las lágrimas de cocodrilo, el oro
amarillo y la prensa rosa. Evito las medio-verdades y medio-mentiras. Evito la
ropa de color marrón. Lo único que nunca puedo evitar es el zumo de melocotón,
que se me mete por las mangas de la camisa al moder esta deliciosa fruta.
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